miércoles, 13 de enero de 2010

GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA Y CONSTITUCIONALISMO

Cursiva


Ha comenzado en Toledo, en el Convento de San Pedro Mártir, una nueva edición de los Cursos de Postgrado en Derecho para estudiantes latinoamericanos. Entre ellos, destaca el dirigido por los profesores Baylos y Pérez Rey, que lleva por título "Trabajo y derechos fundamentales en el siglo XXI. Consideraciones sobre constitucionalismo y universalismo social". El programa del mismo ya ha sido anunciado en este blog, y alguna de las intervenciones previstas posiblemente se incorporen, mas adelante, a este espacio. También coincidiendo en el tiempo, aunque no en el espacio, se ha realizado en Roma, entre el 12 y el 13 de enero un seminario organizado por el Centro de Estudios Americanos que dirige Giuliano Amato, cuyas reflexiones generales sobre el tema se transcriben a continuación:



La centralidad y la complejidad de las tendencias internacionales exigen el desarrollo de una capacidad crítica que “anticipe” las líneas orientadoras de los procesos mundiales, leyendo de una forma determinada las nuevas dinámicas de las relaciones internacionales, que parecen entrar en una nueva fase después de la “emergencia” (estado de excepción) que se abrió con el 11 de septiembre, y que se caracteriza por una nueva idea de la unidad del mundo. En concreto parece que emerge el tema de un constitucionalismo global, hasta ahora considerado sólo una utopía.


Debe ser tenida en cuenta ante todo la centralidad de la crisis económica, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Estamos frente al agotamiento de un modelo de desarrollo, derivado de las culturas neoliberales, que impone un gran esfuerzo de reflexión sobre las causas efectivas de este fracaso y las perspectivas posibles de salida. La crisis puede constituir la nueva base de la cultura cosmopolita: las urgencias económicas solicitan nuevos estudios sobre el nudo del constitucionalismo global. La búsqueda de respuestas de ámbito supranacional a las grandes cuestiones económicas, institucionales, políticas y sociales, conduce ante todo a la articulación de propuestas sobre la tutela de los derechos y el problema de la democracia.


El problema es que se ha globalizado el capital y se ha globalizado la criminalidad, pero no se ha globalizado la democracia. Aunque no sólo eso. Los cambios que se están produciendo no tienen una dirección única y es previsible que un nuevo modelo de desarrollo conduzca a soluciones de tipo autoritario si no se acompaña de un proceso de extensión de derechos y de la democracia real.


Este parece ser el punto crítico, el de la democracia, porque debemos recordar que las crisis económicas han contribuido de forma muy importante al hundimiento de sistemas democráticos débiles.

El escenario global es el contexto correcto en cuyo interior se debe insertar el tema de la crisis económica y sus posibles salidas, situando en el centro de la reflexión la “excepción europea”, que se puede confrontar con otras áreas del mundo. Europa como solución política y cultural, como proceso de innovación en la historia de un segundo siglo XX, como esperanza y como modelo, respecto de una democracia que ha vivido de forma acrítica a la sombra del capitalismo. En ese contexto Europa representa un modelo único, aunque es frágil y está mal preparada también en el plano intelectual. Acaba por llevar al derecho lo que no puede resolver con la política.


El tema de la crisis económica, si se analiza aisladamente, puede llevarnos a un camino equivocado, o a no encontrar la ruta. El punto central del análisis es el punto de vista político: la economía y la guerra han “hablado” en ausencia de la política. Se trata de poner en juego y en el centro del análisis a la política. El tema de los “dilemas de la democracia” no son sólo el producto de la economía (el neoliberalismo ha generado también un amplio consenso popular y cultural) sino que se refieren al rol desempeñado por – y a la derrota de– los partidos democráticos y de los sindicatos, lo que constituye el verdadero punto débil de Europa. Es preciso preguntarse si la crisis de la democracia deriva de un límite subjetivo de la política o por el contrario constituye un dato estructural de la misma en el período de un capitalismo globalizado que busca su “refundación”.


Por lo tanto, explorar el constitucionalismo global, su presencia embrionaria y sus posibles vías de desarrollo corre en paralelo a los esfuerzos nacionales por relanzar una política capaz de ser democrática, cercenando la grave deriva cultural que también en la izquierda ha alimentado la crisis de las formas democráticas, la deslegitimación de sus propuestas de reforma social y económica, y la deformación de los valores de libertad y de igualdad que están en la base de un constitucionalismo social declinante.

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