domingo, 18 de octubre de 2015

EL PSOE YA NO DEROGARÁ LA REFORMA LABORAL (HABLA JUAN LÓPEZ GANDÍA)


Las sorprendentes declaraciones del Secretario General del PSOE dando marcha atrás a lo que había sido un elemento central en su discurso sobre el cambio político han provocado, lógicamente, una cierta conmoción en los sectores que habían contemplado esta propuesta de derogación de la reforma laboral como un elemento positivo que anunciaba la confluencia de las fuerzas democráticas en torno a un eje de reforma clave en el diseño político que pusiera fin al ominoso cuatrienio del Partido Popular. Sobre el tema ha habido declaraciones sindicales - como las del secretario de acción sindical de CCOO, Ramón Górriz - que denotan el error profundo de esta decisión del PSOE en la correcta percepción sindical de las cosas. En el blog hermano Metiendo Bulla , se ha cuestionado esta decisión no sólo en si misma, sino como síntoma de la reformulación continua de un programa que pueda ir deslizándose hasta hacer irrelevante la diferencia política entre derecha e izquierda ( ver El PSOE se desdice de la reforma laboral). También en el área de los juristas del trabajo críticos, la noticia ha sido acogida con enorme decepción. Uno de sus exponentes más conocidos, Juan López Gandía, catedrático de Derecho del Trabajo en la Politécnica de Valencia, ha realizado en su muro de Facebook un comentario que reproducimos aquí en rigurosa primicia. 

EL ESPEJISMO DE LA REFORMA LABORAL QUE PROPONE EL PSOE

JUAN LÓPEZ GANDÍA – Universidad Politécnica de Valencia


Creo que en el fondo el PSOE ya ha pactado con los poderes económicos a cambio de corregir la flexibilidad de entrada, la precariedad mediante contratos temporales, mantener la flexibilidad de salida. Y para eso le pasa la patata caliente a los interlocutores sociales sabiendo que la patronal no va a dar marcha atrás, y así quedan muy bien. La culpa entonces será de los interlocutores sociales. Se hace así un uso perverso de la concertación social. También el PSOE adopta la letanía y el raca raca repetido por la patronal de que los costes de despido en España son muy altos, lo que es falso.

Pero la lucha contra la precariedad no se debe limitar solo a la de entrada. Si no hay verdadera y real estabilidad en el empleo,los derechos laborales son papel mojado con cuatro millones de parados. El despido sin causa, además de reforzar aun más el poder unillateral y arbitrario del empresario, acaba siendo la primera opción empresarial para ajustar la situación económica de la empresa, en lugar de buscar otras soluciones para mejorar la productividad y la competitividad. No es una muestra de eficiencia.Y genera muchos gastos en prestaciones de desempleo, que luego se recortan para hacer frente al mismo. El despido, la bajada de salarios, el aumento de hecho del tiempo de trabajo, con control o sin él, pagado o no, aun con contratos indefinidos, la modificación forzada de condiciones de trabajo y de los contratos,son algunas de sus consecuencias.

Las reformas laborales en España, además, parece que deben ser siempre irreversibles. El acuerdo de los interlocutores sociales de bajar la indemnización a 33 días en su momento era algo temporal y para un solo contrato pero ahí se ha quedado y se ha generalizado a todos los contratos. Y queda ya petrificada para el futuro, como una losa.

Ni siquiera plantea el PSOE ahora volver a la reforma laboral de Zapatero, que en plena crisis económica, al menos, frenó mucha destrucción de empleo. La del PP se ha hecho al servicio de faclitar el despido objetivo y abaratar el despido improcedente como arma de poder, de ajuste salarial y de empleo, al servicio de la devaluación interna, más allá de la flexibilidad interna, de la amenza de la ultractividad y el descuelgue salarial como males menores. Más eficaces cuanto más fácil y barato fuera despedir. Y para ello ha cambiado el modelo de relaciones laborales en la empresa en una visión institucional que reinterpreta la Constitución, la libertad de empresa, devaluando los derechos laborales, individuales y colectivos.Ya sabemos cuáles han sido sus consecuencias: el despido de muchos trabajadores con contratos indefinidos y a jornada completa y su sustitución en el mejor de los casos por contratación precaria posterior, temporal o a tiempo parcial o las dos cosas a la vez.

No veo claro, en esta propuesta de reforma laboral incompleta que propone el PSOE ahora, qué modelo laboral defiende, cómo deben ser las relaciones laborales en la empresa y si acepta el sometimiento de los derechos de los trabajadores al bien supremo del interés de la empresa definido unilateralmente por el poder del empresario, la vuelta a un modelo feudal o qué. El poder de despedir y su bajo coste es uno de los más eficaces para tener sometidos a los trabajadores y forzar la precariedad y el empeoramiento de las condiciones de trabajo "de facto". Todos lo sabemos.

Desde mi punto de vista hay que ir a una visión más global de la precariedad, si de verdad se quiere luchar contra ella, para que la reforma que se propone sea verdaderamente eficaz, para acabar con la cultura clásica en España de la temporalidad y la moderna de la precariedad.Dice el documento que a los trabajadores sin empleo les da igual si la indemnización es de 20, 33 o 45 días. Pero a los que todavía lo conservan no. Volvemos, por tanto, de nuevo a la excusa o pretexto de que lo importante es crear empleo, aun precario, cuando éste se crea precisamente en sustitución del de calidad a causa de la mayor facilidad y menores costes para despedir y del enorme ejército de reserva de parados que presionan a la baja y provocan miedo y terror a perder el empleo en los que lo tienen.De otra parte las indemnizaciones por despido no deben verse solo en términos de política de empleo, en especial cuando el despido es improcedente, un acto de violencia empresarial como dicen Antonio Baylos y Joaquín Perez. En un mercado de trabajo como el español el despido acarrea más daños,de todo tipo, que solo en parte se indemnizan, y de manera tasada. La indemnización no los compensa del todo, aunque, dadas las dificultades para encontrar nuevo empleo y de calidad, supone un pequeño refugio económico. De ahí la importancia de su cuantía.

Es cierto que las indemnizaciones por despido se distancian mucho de las de los contratos temporales de 12 días por año, pero sólo si el despido es improcedente. Si es procedente, por causas objetivas, la distancia es solo de ocho días por año, que antes de las reformas del PP se abonaba a la empresa por el FOGASA, en empresas de menos de 25 trabajadores, la mayoría.Pero las empresas siguen contratando temporalmente en un 90 % de los contratos que se hacen y los defensores del contrato único (antes los de UPYD, ahora también los de Ciudadanos) siguen dale que dale con este argumento.Si se acepta esta nueva figura, que supone que todos tendrían contratos indefinidos (salvo algunos temporales) e indemnizaciones escalonadas por terminación cuando la empresa lo decidiera sin más, con despido libre, habríamos acabado formalmente con la temporalidad sustituida probablemente por contratación indefinida en cadena,pero habríamos extendido a todos la precariedad y la inseguridad.

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